sábado, 14 de julio de 2012

DÁLESSANDRO Dario. La biblioteca en el cine


Ficha bibliográfica 
Titulo:
 
La biblioteca en el cine 
Autor: D'Alessandro Dar�o
Edición original: Conferencia dictada en la Luis �ngel Arango en 2003
Notas: En su tono divertido y cautivante, Darío D'Alessandro explora la biblioteca a través de los ojos del cine. Aquí, transcribimos el texto de su presentación en la Biblioteca Luis Ángel Arango.






La biblioteca en el cine 
de Dario D’Alessandro

Cine y biblioteca
Diremos como la biblioteca es vista desde el cine, o mejor, como el cine entra en la biblioteca y la hace partícipe del relato.
�Pero debemos decir el cine en la biblioteca o la biblioteca en el cine?
Aparentemente las dos posiciones pueden parecer contradictorias. Pero solo en apariencia: es una cuestión de miradas diversas, no de contenido diverso.
En el primer caso es la mirada en que la cámara entra en la biblioteca y en el interior de ella cumple su labor; en el segundo caso es el punto de vista del espectador, que ve en la imagen cinematográfica la biblioteca. Pero el sujeto, la biblioteca, no cambia.
Si queremos hacer un parangón con las representaciones ofrecidas por el arte figurativo, podemos tomar como ejemplo el cuadro de Diego Velásquez, Las Meninas en la cual el artista está en el cuadro y los reyes de España que él está pintando están afuera de la pintura, delante del artista, pero siempre en el lugar donde se realiza el evento artístico, como aparece en el espejo en el cual los reyes se reflejan.
Entonces biblioteca y cine: donde el cine aparece como mediador de conocimiento para una reflexión sobre el lugar biblioteca y sobre la profesión del bibliotecario.
La nuestra es una profesión casi desconocida, aunque es parte de la naturaleza del bibliotecario considerar la biblioteca como lugar central por excelencia y el propio trabajo como único y no comparable a ningún otro. Tal vez esto se deriva de que su profesión es tan particular que casi nadie la toma en consideración, entre las diferentes posibilidades de trabajo. Prueben preguntar a un niño que quiere ser de grande. Él contestará que quisiera ser médico, tal vez bombero o policía. Y si el niño a quien le hayan preguntado contesta “quiero ser bibliotecario” llévenlo inmediatamente al sicoanalista, porque su inconsciente está ciertamente afectado por graves problemas. Análogamente, han notado que si se encuentran un amigo que no han visto en mucho tiempo, él no les pregunta como va el trabajo, se limita a decir “�sigues siempre en la biblioteca?” como si la nuestra no fuera una profesión, sino una situación de trabajo transitoria.
�Si nos extrañamos de nuestra cotidianidad y nos convertimos en espectadores de nosotros mismos en una sala ideal cinematográfica donde se proyecta una película realizada con muchos centenares de fragmentos de película, en la cual la biblioteca y el bibliotecario están presentes o citados, qué veremos?. Las referencias, las citaciones, las imágenes que el cine ofrece de la biblioteca pueden parecer fugaces apariciones, fondos de escena, lugares que crean la atmósfera exacta para un encuentro amoroso o para una escena de misterio o de terror. Pero si estos fragmentos, estos fotogramas, están aislados de la historia entre ellos idealmente puestos el uno cerca al otro, de repente nace un documental de la fantasía sobre la biblioteca y su uso.
Para intentar comprender como “los otros” ven nuestra profesión y, al mismo tiempo, para hacer conocer a “los otros” algo más sobre el trabajo del bibliotecario, se puede, entonces, utilizar como testimonial, el cine. El cine entre todos los medios de comunicación, es quizás el que tiene un mayor impacto en la sociedad, más que la misma televisión. La presencia de la biblioteca en un filme por algunos segundos incide sobre el espectador mucho más que una entera transmisión televisiva sobre las bibliotecas aunque, cuando en la programación de un canal televisivo aparece una transmisión sobre las bibliotecas, sucede que las personas cambian de canal. Mientras, estas mismas personas en el cine ven pasar en la pantalla una escena con la biblioteca, si no la perciben conscientemente, hay un mensaje subliminal que queda.
�Quién no recuerda - para mostrar solo dos ejemplos de bibliotecas famosas llevadas al set cinematográfico - las escenas filmadas en la gran sala de lectura circular de la Library of Congress of Washington de Los hombres del presidente (All the President’s Men)  de Alan J. Pakula (1976)  o las repeticiones efectuadas en las salas catálogos y en los depósitos de la New York Public Library en Cazafantasmas (Ghostbusters)   de Ivan Reitman (1984) ?

Bibliotecaria y bibliotecario: estereotipo y no
En cuanto a la figura del bibliotecario el cine, en la mayoría de los casos, nos propone personajes comunes que se comportan normalmente, mientras en el recuerdo colectivo de los espectadores el que queda impreso es el estereotipo de un bibliotecario poco común.
El prototipo de los estereotipos es sin duda alguna la mujer que el ángel custodio muestra al protagonista George (James Stewart)  en Una vida maravillosa (It’s a Wonderful Life)  de Frank Capra (1946)  cuando, para disuadirlo del suicidio, le enseña como hubiera estado su país si él no hubiera nacido. Así, entre las cosas negativas, le muestra a su esposa transformada en una anciana bibliotecaria vestida modestamente, infeliz, fea, apagada, con sus anteojos, mientras sale de la biblioteca de Pottersville con algunos libros bajo el brazo, en una brumosa noche otoñal y va a sentarse, sola, sobre una banca de los jardines públicos. Una mujer que es el opuesto a la simpática y alegre esposa y madre de familia que es su real esposa (interpretada por la bellísima Donna Reed). Es probable que, por el gran éxito obtenido por este filme, se ha dado cuerpo al estereotipo de bibliotecaria solterona, que el cine no puede quitarse de encima.
Sin embargo, si recorremos la historia del cine, encontramos bellas actrices que interpretan el rol de la bibliotecaria. Así es, por ejemplo, la espléndida Carol Lombard en No Man of Her Own de Wesley Ruggles (1932), mientras en FBI contra el imperio del crimen (FBI Story)  de Mervyn LeRoi (1959)  Vera Miles es la atractiva bibliotecaria que Bass James Stewart, protegía de los anaqueles.
Para los bibliotecarios hombres, las imágenes que se ofrecen son quizás menos edificantes en su estereotipo. Entre ellos, el 20% son asesinos, desviados sexuales, deprimidos y alcohólicos. De todos modos es interesante notar que esta tipología de bibliotecarios desviados no pertenece a la cinematografía estadounidense, en cuya tradición siempre está presente la biblioteca pública, que ha significado el espíritu laico de la biblioteca como servicio básico, que pertenece a las cosas de la vida cotidiana. En Europa, en cambio, la biblioteca tiene sus raíces en los conventos y en las cortes de los príncipes del renacimiento. Bibliotecas protegidas, en ese entonces por la iglesia y por el soberano. Solo en el siglo XIX la biblioteca se presenta en Europa, como pública y autónoma, pero todavía no puede salir por completo de la actitud mental de un servicio ligado - y de alguna manera sometido - al poder. Así el bibliotecario en la consideración común aún no ha adquirido un peso específico en nuestra sociedad del viejo continente, al contrario de lo que sucede en Estados Unidos, donde ser bibliotecario es un trabajo similar a muchos otros trabajos.
Todo esto no se escapa del cine que muestra, en las películas europeas, situaciones absolutamente horripilantes ligadas a la figura del bibliotecario. Recordemos las que se ambientan alrededor del personaje de Rémy Callios, que en el filme francés Los ríos de color púrpura (Les riviéres pourpres)  de Mathieu Kassovitz (2000). En este film se encarna un bibliotecario desviado que transforma la biblioteca de la universidad de un país alpino, en un laboratorio de genética asignando a los estudiantes los puestos de lectura de manera que se conozcan y después se casen. Anteriormente su padre, también bibliotecario, había iniciado esta actividad de mejoramiento de la raza participando en un proyecto secreto que inducía los cambios, en la sala de parto del hospital, intercambiando neonatos de montañeros (fuertes)  con los de profesores (débiles). En el filme, Rémy aparece muerto, desnudo, torturado, extendido sobre la mesa del instituto de medicina legal.
En otro filme francés, Su última noche (Leur derni�re nuit)   de George Lacombe (1953)  el director de una biblioteca pública de París, interpretado por Jean Gabin, hombre estimado de día, de noche se transforma en el jefe de una banda de criminales.  Entre los bibliotecarios ingleses encontramos un espía y un asesino, el primero interpretado por Richard Burton en El espia que venía del frio (The Spy Who Came in from the Cold)  de Martin Ritt (1965)  y el otro, es un bibliotecario asesino, solitario y discapacitado que en el filme la Historia del Corazón (The Tell -Tale Heart)  de Ernest Morris (1960), enamorado de la bella vecina del frente que ama a su amigo, lo mata y lo entierra en el jardín. Entre los daneses encontramos un bibliotecario alcohólico en el filme Forbrydelsen element de Lars Von Traer (1984), mientras entre los italo -franceses, se encuentra el famoso viejo fraile Jorge de Burgos, personaje nacido de la fantasia de Humberto Eco, que en El nombre de la Rosa (Il nome della rosa)  de Jean -Jacques Annaud (1986)  mata a sus compañeros para que no revelen el contenido de un texto que podría afectar la fe cristiana, después da fuego a la biblioteca del convento benedictino.




FUENTE: BIBLOTECA LUIS ÁNGEL ARANGO

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