lunes, 13 de mayo de 2013

Las nuevas formas de leer y escribir en la Web. ALFREDO DILLON






En una mesa redonda en la Feria del Libro, Beatriz Busaniche, Eduardo Abel Giménez y Fabio Tarasow debatieron sobre las nuevas posibilidades que ofrece Internet para la creación y la circulación de la palabra.
Eduardo Abel Giménez resaltó que, gracias a las mejoras en las pantallas de los dispositivos electrónicos, la lectura digital es una experiencia cada vez más placentera. /HERNÁN ROJAS


13/05/13 - 18:44
Escribir, en la era digital, ya no es solo usar las palabras y los signos de puntuación: escribir es también copiar, pegar y re-escribir; generar imágenes, producir videos, registrar audios que interactúen con esas palabras... Escribir en Internet se vuelve un proceso multimedia, y resulta cada vez más una tarea colaborativa: los “textos” no son el producto del esfuerzo de un único autor. En torno de estas y otras ideas giró el debate que protagonizaron Beatriz Busaniche, Eduardo Abel Giménez y Fabio Tarasow en la mesa redonda “Leer, escribir y compartir en el mundo digital”, que formó parte de las actividades educativas de la Feria del Libro.
Eduardo Abel Giménez es escritor y codirector de la revista Imaginaria, una publicación online sobre literatura infantil y juvenil que se edita desde 1999. En su exposición, Giménez repasó los 14 años que transcurrieron desde aquel primer número de Imaginaria, cuando la conexión a Internet era telefónica y recién estaba surgiendoNapster, una aplicación para compartir música en formato MP3 que terminaría cerrando en 2001 luego de un juicio millonario. “Muchas cosas cambiaron desde entonces –señaló Giménez–; sin embargo, 14 años después, todavía son muy pocos los libros infantiles y juveniles que están digitalizados”.
Aunque las pantallas han mejorado para hacer de la lectura digital una experiencia más placentera –ya no son luminosas, no cansan la vista, etcétera–, el escritor afirmó: “Nos resistimos a abandonar el libro. La industria editorial cambió mucho menos que otras, como la discográfica o la cinematográfica. Sin embargo, por los costos de impresión y de distribución, el libro se está volviendo cada vez más un objeto de lujo. En su momento, Gutenberg no logró libros más bonitos, sino más accesibles. Ese es hoy el rol del libro digital”. Como en los años de aquel orfebre alemán que inventó la imprenta, las tecnologías digitales parecen presentar una oportunidad histórica: “Que todas las personas accedan a todas las obras, a bajo costo”, sostuvo Giménez.
Sobre esta promesa de que el acceso se masifique, Fabio Tarasow (coordinador del Proyecto Educación y Nuevas Tecnologías de FLACSO) advirtió que “las redes no son espacios democráticos ni democratizadores per se”: ese potencial depende del uso que las personas hagan de las herramientas. Por eso, según Tarasow es prioritario pensar la construcción de una “ciudadanía digital” desde los ámbitos educativos, para que los jóvenes puedan hacer un uso crítico de las tecnologías.
Para el especialista de FLACSO, “escribir en el mundo digital significa utilizar una batería de lenguajes y recursos. Escribir es graficar, publicar, remixar, contar, difundir, transformar, seleccionar, archivar, clasificar...”. Ahora bien, el uso de múltiples plataformas exige desarrollar criterios propios para la selección de aplicaciones: “Tengo que evaluar, por ejemplo, si es una aplicación abierta o cerrada. ¿Voy a poder 'sacar' lo que produzca, voy a poder mostrarlo en otros programas o dispositivos? ¿Voy a poder compartirlo, o me voy a quedar 'atorado' ahí? ¿Quién va a ser el propietario de lo que yo produje?”. Estas son, según Tarasow, algunas de las preguntas que debería hacerse un usuario que “escribe” en Internet.
Beatriz Busaniche, miembro de la Fundación Vía Libre y referente deCreative Commons en Argentina, coincidió con la preocupación de Tarasow. “La Web permite la escritura colaborativa y la participación, pero necesitamos un entorno legal que garantice esto. Tenemos un sistema de propiedad intelectual diseñado en el siglo XIX. Hoy, por ejemplo, bajarse los capítulos de Dr. House al día siguiente del estreno en Estados Unidos, con subtítulos hechos por aficionados, es ilegal”, explicó. Frente a las amenazas a la libertad en Internet, como el intento de aprobar la Ley SOPA ("anti piratería") en el Congreso estadounidense, Busaniche aseguró que “el gran desafío es tomar conciencia de estos riesgos, pero también poner en manos de las nuevas generaciones herramientas de creación y participación, porquela Red es más un entorno de diálogo que de consumo”.
Esta férrea defensora del software libre y las licencias copyleft (que habilitan la libre circulación de las obras) definió Internet como “una copiadora ecuménica”, y resaltó que la escritura se transforma radicalmente en este ámbito. “Las tecnologías copian sistemáticamente: la originalidad hoy es un valor que está en jaque. La figura del autor, también. La idea de que el autor crea solo, de la nada, ya no tiene vigencia”, dijo.
Las reflexiones, en definitiva, invitaron a atisbar un horizonte de nuevas posibilidades para la lectura y la escritura, aunque no exento de riesgos por los desafíos que implica la regulación de Internet y la cuestión de la propiedad de los softwares. Pero, ante todo, las miradas de Giménez, Tarasow y Busaniche desmontan los lugares comunes de que “con Internet leemos menos” o que “la tecnología nos conduce a un pensamiento fragmentado y superficial”. Nada más lejos de la “muerte de la lectura” que anuncian algunos apocalípticos, ciegos al potencial creativo y colaborativo de la Web.
FUENTE: clarin.com

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