"VISIÓN DIURNA"
Una muestra que recorre el sutil imaginario de Isol
La compositora, ilustradora y cantante Isol trasladará el potente imaginario de sus libros al Centro Cultural San Martín, donde el próximo sábado inaugurará una muestra que bajo el título "Visión diurna" ofrecerá una selección de su producción gráfica con hitos como una recreación escénica de "Nocturno", talleres donde el público podrá interactuar con sus personajes y la presentación en sociedad de su nueva obra, "El Menino".
El singularísimo universo de la creadora de "Petit el Monstruo" y "Cosas que pasan" asomará en esta suerte de retrospectiva que fusiona ilustraciones originales de sus primeros libros, fragmentos resignificados de dos muestras anteriores -"Vidente Natural" y "Abecedario a mano", este último a punto de adoptar formato de obra-, una pared de metal para construir personajes con imanes y un espacio en penumbras donde en correlato con "Nocturno" la oscuridad ayudará a moldear formas dictadas por lo onírico.
Hace años que Marisol Misenta, más conocida como Isol, viene aportando al imaginario infantil -y no tanto- con sus sutiles piezas estéticas, aunque conquistó su visibilidad decisiva cuando hace dos años obtuvo el prestigioso galardón sueco Astrid Lindgren Memorial -considerado el Nobel de Literatura infantil-, un privilegio que se suma a la convocatoria que recibió en 2003 para ilustrar "El cuento de Auggie Wren", del escritor norteamericano Paul Auster.
La exposición que se inaugurará el sábado en el Centro Cultural San Martín reafirma la condición ilustradora de Isol, una faceta en la que suele sentirse más a gusto que con la de escritora: "Me defino como ilustradora, porque no soy una dibujante o una escritora, sino que trabajo en el medio", explica a Télam.
"En esta muestra hay diferentes tipos de propuestas narrativas, algunas más conceptuales o sutiles, pensadas desde la imagen, otras definitivamente sostenidas por un relato. Son juegos que me propongo y que ofrezco jugar al espectador, investigando en las posibilidades del dibujo como discurso", precisa.
El imaginario de la autora, tan certero en la utilización de la ironía y el sarcasmo que se desparrama en obras como "Secretos de familia" o "El globo", ha contribuido a flexibilizar los paradigmas de la literatura infantil, que durante décadas no logró desmarcarse de lo naif y lo lineal: "No pienso demasiado en ello, trato de ser libre y honesta con lo que me interesa, y esa coherencia trae un tipo de obras que tienen una impronta particular", sostiene.
"Nunca tuve un prejuicio acerca de la literatura infantil, de lo que se puede hacer y no, tengo una pasión al respecto que no incluye una estrategia más que hacer un tipo de historia que me conmueva. Y parece que eso funciona con mucha gente que se engancha con lo que hago, tal vez por ese respeto irrespetuoso, en el sentido de que no pienso que el que lee el libro sea demasiado diferente a mí", sostiene la ilustradora.
Isol es una de las artífices del fenómeno del libro-álbum, una formulación narrativa en la que imagen y texto están indisolublemente asociados, de manera tal que sólo en asociación creativa le otorgan sentido a la historia. En esa línea la creadora aporta a otra tendencia: el protagonismo de los ilustradores que a su vez son autores de sus historias.
¿Amplía esta confluencia entre escritor e ilustrador la diversidad de registros a la hora de graficar, propicia una mayor libertad con los materiales y el trazo? "Creo que los libros hechos por un ilustrador son bastante diferentes a los que están hechos por dos autores (escritor, ilustrador), porque en su matriz está la posibilidad de narrar sin palabras muchas cosas, al pensar los dos lenguajes (plástico y literario) juntos", analiza.
"En mis libros, creo que más importante que los dibujos en sí es la idea que se cuenta. Los dibujos están al servicio de esa idea, que tiene que ver también con una visión plástica que no es clásica, pero no es la meta final de mi libro sino un medio -explica-. Trato de hacer dibujos que tengan un sello personal y que me parezcan atractivos".
"La sorpresa, la búsqueda gráfica, tienen que ver con mi amor por el arte en sí, con las vanguardias, y con los artistas que me gustan, como Ayax Barnes, que a fines los 60 hacía cosas medio locas que me siguen pareciendo geniales", precisa.
La literatura infantil ha dado un giro copernicano en la manera de abordar la relación con la realidad: mientras que antes se la solía dejar al margen de cuestiones como la muerte, los duelos o el sexo, hoy es habitual que estas temáticas estén presentes en los libros dirigidos a los chicos: para Isol, esa perspectiva es válida en tanto contemple parámetros que ayuden a dilucidar "el cómo y el por qué".
"Tengo varios libros sobre la muerte o la guerra (Wolf Erlbruch, Jacky Gleich, Elzbieta, Paloma Valdivia son sus autores) y son hermosos, poéticos y tristes pero luminosos a la vez. Hay que saber cómo escribir sobre los temas difíciles para todos (niños y grandes), y creo que cuando es un libro para niños es más delicado, más importante, porque deja mucha huella", indica.
"Me gustan los libros que se permiten hablar de temas conflictivos sin dejar de lado lo vital, la esperanza, la ternura. Se necesita sabiduría para hacerlo, y cuando eso sucede, se agradece mucho. Esos temas están presentes de todas formas, entonces un libro es una manera de procesarlo -asegura Isol-. Eso sí: no me interesa los libros dogmáticos o solemnes, trágicos como si eso fuera un valor en sí… Hay que mantener abierta la inquietud sin abrumar al lector".
¿La literatura es como una lente que deforma la realidad de manera similar a la que un niño "deforma" el mundo para comprenderlo? "No creo que haya que distanciarse, pero como creadores presentamos un artilugio, una especie de metáfora de la realidad, a la que deformamos o exageramos para hacer ese relato esperando que ese 'licuado personal' despierte una sensibilidad que quizá en la observación cotidiana está más dormida o agazapada", apunta.
"El creador elige sólo algunos elementos de la realidad, los procesa, los combina de acuerdo a su propia lente, y ahí surge una obra que tiene su visión de lo que observó, lo que lo emociona e inquieta, y ahí está su poder: ofrecer su tamiz humano y personal para compartir con otros lo que lo movió a crear esa obra, lo que sueña, lo que le parece gracioso o terrible".
La presencia cada vez mayor de las pantallas y los aparatos tecnológicos en la vida de los chicos se presenta como un desafío para un escritor -en tanto estos dispositivos parecen no dejar nada librado a la imaginación-, aunque Isol prefiere mantenerse al margen de la disputa entre soportes y opta por la tradición.
"No tengo mucha experiencia trabajando con dispositivos electrónicos. Por ahora siento que es una vivencia distinta en cuanto al tipo de narración que se propone con respecto a un libro. EL libro es silente, uno pone su ritmo, es narrado por un adulto cuando los nenes no saben leer, lo cual lo lleva a ser un espacio de relación y reflexión conjunta… Tal vez lo mismo pueda darse leyendo o mirando en una tablet, pero en general me parece que es otro tipo de actividad la que proponen los medios electrónicos, con estímulos más constantes y efectistas".
Hace años que Marisol Misenta, más conocida como Isol, viene aportando al imaginario infantil -y no tanto- con sus sutiles piezas estéticas, aunque conquistó su visibilidad decisiva cuando hace dos años obtuvo el prestigioso galardón sueco Astrid Lindgren Memorial -considerado el Nobel de Literatura infantil-, un privilegio que se suma a la convocatoria que recibió en 2003 para ilustrar "El cuento de Auggie Wren", del escritor norteamericano Paul Auster.
La exposición que se inaugurará el sábado en el Centro Cultural San Martín reafirma la condición ilustradora de Isol, una faceta en la que suele sentirse más a gusto que con la de escritora: "Me defino como ilustradora, porque no soy una dibujante o una escritora, sino que trabajo en el medio", explica a Télam.
"En esta muestra hay diferentes tipos de propuestas narrativas, algunas más conceptuales o sutiles, pensadas desde la imagen, otras definitivamente sostenidas por un relato. Son juegos que me propongo y que ofrezco jugar al espectador, investigando en las posibilidades del dibujo como discurso", precisa.
El imaginario de la autora, tan certero en la utilización de la ironía y el sarcasmo que se desparrama en obras como "Secretos de familia" o "El globo", ha contribuido a flexibilizar los paradigmas de la literatura infantil, que durante décadas no logró desmarcarse de lo naif y lo lineal: "No pienso demasiado en ello, trato de ser libre y honesta con lo que me interesa, y esa coherencia trae un tipo de obras que tienen una impronta particular", sostiene.
"Nunca tuve un prejuicio acerca de la literatura infantil, de lo que se puede hacer y no, tengo una pasión al respecto que no incluye una estrategia más que hacer un tipo de historia que me conmueva. Y parece que eso funciona con mucha gente que se engancha con lo que hago, tal vez por ese respeto irrespetuoso, en el sentido de que no pienso que el que lee el libro sea demasiado diferente a mí", sostiene la ilustradora.
Isol es una de las artífices del fenómeno del libro-álbum, una formulación narrativa en la que imagen y texto están indisolublemente asociados, de manera tal que sólo en asociación creativa le otorgan sentido a la historia. En esa línea la creadora aporta a otra tendencia: el protagonismo de los ilustradores que a su vez son autores de sus historias.
¿Amplía esta confluencia entre escritor e ilustrador la diversidad de registros a la hora de graficar, propicia una mayor libertad con los materiales y el trazo? "Creo que los libros hechos por un ilustrador son bastante diferentes a los que están hechos por dos autores (escritor, ilustrador), porque en su matriz está la posibilidad de narrar sin palabras muchas cosas, al pensar los dos lenguajes (plástico y literario) juntos", analiza.
"En mis libros, creo que más importante que los dibujos en sí es la idea que se cuenta. Los dibujos están al servicio de esa idea, que tiene que ver también con una visión plástica que no es clásica, pero no es la meta final de mi libro sino un medio -explica-. Trato de hacer dibujos que tengan un sello personal y que me parezcan atractivos".
"La sorpresa, la búsqueda gráfica, tienen que ver con mi amor por el arte en sí, con las vanguardias, y con los artistas que me gustan, como Ayax Barnes, que a fines los 60 hacía cosas medio locas que me siguen pareciendo geniales", precisa.
La literatura infantil ha dado un giro copernicano en la manera de abordar la relación con la realidad: mientras que antes se la solía dejar al margen de cuestiones como la muerte, los duelos o el sexo, hoy es habitual que estas temáticas estén presentes en los libros dirigidos a los chicos: para Isol, esa perspectiva es válida en tanto contemple parámetros que ayuden a dilucidar "el cómo y el por qué".
"Tengo varios libros sobre la muerte o la guerra (Wolf Erlbruch, Jacky Gleich, Elzbieta, Paloma Valdivia son sus autores) y son hermosos, poéticos y tristes pero luminosos a la vez. Hay que saber cómo escribir sobre los temas difíciles para todos (niños y grandes), y creo que cuando es un libro para niños es más delicado, más importante, porque deja mucha huella", indica.
"Me gustan los libros que se permiten hablar de temas conflictivos sin dejar de lado lo vital, la esperanza, la ternura. Se necesita sabiduría para hacerlo, y cuando eso sucede, se agradece mucho. Esos temas están presentes de todas formas, entonces un libro es una manera de procesarlo -asegura Isol-. Eso sí: no me interesa los libros dogmáticos o solemnes, trágicos como si eso fuera un valor en sí… Hay que mantener abierta la inquietud sin abrumar al lector".
¿La literatura es como una lente que deforma la realidad de manera similar a la que un niño "deforma" el mundo para comprenderlo? "No creo que haya que distanciarse, pero como creadores presentamos un artilugio, una especie de metáfora de la realidad, a la que deformamos o exageramos para hacer ese relato esperando que ese 'licuado personal' despierte una sensibilidad que quizá en la observación cotidiana está más dormida o agazapada", apunta.
"El creador elige sólo algunos elementos de la realidad, los procesa, los combina de acuerdo a su propia lente, y ahí surge una obra que tiene su visión de lo que observó, lo que lo emociona e inquieta, y ahí está su poder: ofrecer su tamiz humano y personal para compartir con otros lo que lo movió a crear esa obra, lo que sueña, lo que le parece gracioso o terrible".
La presencia cada vez mayor de las pantallas y los aparatos tecnológicos en la vida de los chicos se presenta como un desafío para un escritor -en tanto estos dispositivos parecen no dejar nada librado a la imaginación-, aunque Isol prefiere mantenerse al margen de la disputa entre soportes y opta por la tradición.
"No tengo mucha experiencia trabajando con dispositivos electrónicos. Por ahora siento que es una vivencia distinta en cuanto al tipo de narración que se propone con respecto a un libro. EL libro es silente, uno pone su ritmo, es narrado por un adulto cuando los nenes no saben leer, lo cual lo lleva a ser un espacio de relación y reflexión conjunta… Tal vez lo mismo pueda darse leyendo o mirando en una tablet, pero en general me parece que es otro tipo de actividad la que proponen los medios electrónicos, con estímulos más constantes y efectistas".
FUENTE: telam
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