Las bibliotecas y archivos tienen como finalidad conservar los registros de las manifestaciones humanas y sus pensamientos y creaciones intelectuales. Algunos materiales son más relevantes que otros y, por ello, los recursos y esfuerzos para conservarlos necesariamente han de ser disímiles. Sin embargo, no podemos predecir de antemano cuáles son los más importantes por lo que debemos hacer un esfuerzo para preservar todos durante un período de tiempo razonable. Para ello nos valemos del uso de los materiales más apropiados que la ciencia de cada época nos permite conocer y usar. Posteriormente, cuando el tiempo haya pasado, seremos capaces de concentrar nuevos esfuerzos en la conservación en aquellos documentos que hayan cobrado especial relevancia.
A los conservadores -restauradores se nos suele preguntar cuáles serían las condiciones ideales de conservación de las colecciones de libros y/o documentos. En general, la preocupación es la misma en profesionales de bibliotecas y archivos que para los particulares especialmente concienciados y amantes de sus colecciones. Los factores con los que tenemos que tratar son formas de energía, algunas muy poderosas, otras de baja intensidad. De cualquier forma, todas son capaces de provocar daños físicos o reacciones químicas en los documentos. Las reacciones, en la mayoría de los casos, son indeseables y hacen decrecer la estabilidad de los fondos de archivos y bibliotecas.
Todos los materiales, incluso los más estables químicamente, son susceptibles de alguna forma de degradación. A largo plazo, el problema de su conservación se ciñe a un asunto de compromisos: por un lado, está la elección de materiales estables (y la capacidad económica real para adquirirlos) que tengan las propiedades adecuadas para conservar los documentos; por otra parte, está la creación de un medio ambiente que tienda a reducir los daños físicos, químicos y biológicos al mínimo durante el uso y almacenaje.
Los fondos y colecciones de archivos y bibliotecas se componen de multitud de documentos generados sobre los más variopintos materiales orgánicos e inorgánicos – papeles, telas, pieles, adhesivos, plásticos, metales, maderas… – que se deterioran con el paso del tiempo. Hay múltiples factores ambientales, por la acción de diferentes organismos vivos, por su uso, etc., que dañan y destruyen, parcial o totalmente, los documentos gráficos. Esta destrucción afecta, alterándolas, las funciones estéticas y/o documentales para las que fueron concebidos y creados. Es muy habitual que no haya una única fuente originaria de degradación siendo habitual encontrarse varios fenómenos interactuando entre sí.
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