domingo, 22 de marzo de 2015

Lecturas Grabadas. Audiolibros. 32 audiocuentos y una novela corta. Educ.ar, 2015





La colección «Lecturas Grabadas» disponible aquí en formato pdf y en archivos de audio, está compuesta por 32 cuentos y una novela corta. El material se ha seleccionado en función de lograr un acercamiento gozoso a la obra literaria de autores argentinos y latinoamericanos que, por su estética, su musicalidad, su temática y sus proyecciones culturales ayude a recuperar el valor decisivo, poderoso y necesario de la palabra en el aula. Palabras con peso, que signifiquen, que cuestionen, que emocionen, que permitan escuchar, leer, sentir, dialogar y, por sobre todo, pensar.




RESEÑAS

El leve pedro 
Enrique Anderson Imbert 23’04’’ 
Una extraña enfermedad pone a Pedro al borde de la muerte. Sobrevive pero no tiene cura. Ha quedado ingrá- vido, tan liviano que llega a dormir contra el techo de la habitación como si fuera el mismo suelo. ¡Casi me caigo al cielo! gritó una vez sin perder su humor. Un día, como un juguete de los vientos, libre y festivo, Pedro vuela por la ventana hasta ser un pequeño punto en el infinito. Sed de aventuras que nos anima de pronto a sacarnos de encima el pesado globo terráqueo en el que somos un átomo más. 

Aristocracia de barrio 
Roberto Arlt 7’58’’ 
Usted a mí no me falte el respeto, porque yo soy jubilado, dice el hombre a una pantalonera, dando pie a explorar el rosario de frases típicas en que incurren las clases medias a la hora de justificar y ennoblecer sus pequeñas posesiones en su veneración a las clases altas. Diatriba ácida para un sector social confiado en sus “logros” laborales, aferrado a sus seguridades jubilatorias y aprisionado por sus miedos al pueblo. Improductividad, medianía, falta de aspiraciones vitales genuinas, derrotados antes de empezar, con sólo un magro retiro como norte. 

Parábola del trueque 
Juan José Arreola 10’52’’ Alegoría de la modernidad en la que hombres canjean mujeres viejas por nuevas. Entre brillos y óxidos, luces y sombras, un tratamiento cosificante de los vínculos humanos, asistimos al artificio y la estupidez de un “mundo feliz” que fabrica belleza en serie y encorseta la diferencia de lo singular. 

Veladuras 
María Teresa Andruetto 80’02’’ 
Una joven entra en estado de shock luego de una tragedia personal. Su familia llevaba una vida tranquila y armoniosa hasta que irrumpe una mujer a la que dan albergue en su casa y de la cual su padre se enamora. Pero no se trata de un simple adulterio, sino de la complejidad que acarrea vivir con otros, armonizar culturas y prohibiciones. Se va recuperando por una suerte de doble terapia: el relato de su vida y el placer que le despierta el arte de las veladuras, con sus colores, materiales y formas. Una técnica que hace que un objeto nuevo parezca viejo por la pátina del tiempo simulado. Lo velado, que cubre y muestra, que se ve mejor porque exige una mirada más profunda. Como con el dolor. Rosa reparando objetos y hablando, se va rehaciendo. Cada cosa en su lugar, un poco de luz y el alma se va reparando. 

El bochín 
Leónidas Barletta 7’55’’ 
Una jugada inusual define un partido de bochas: el bochín salta fuera de la cancha pero, en el rebote, vuelve a entrar. Un árbitro la da por buena y el vencido se retira furioso. Al llegar a su casa encuentra a su hijo que ha vuelto al hogar luego de haberse ido de manera conflictiva. El padre, que no quiere mostrar debilidad pero que añora tenerlo nuevamente en la familia, adopta la misma fórmula para ganar al hijo. Se inviste de autoridad arbitral y sentencia: bochín que vuelve, vale. 

El ladrón 
Alberto Barrio Ángel Bonomini 9’02’’ 
Mezcladas con el olor típico de un almacén de barrio se disparan las tiernas luchas infantiles ante la posibilidad de tener algo prohibido, algo que no se puede comprar. Una torre de barras de chocolate genera fascinación en un niño de la década del 50, y una tentación irrefrenable. Terrores, imágenes de la ley, vacilaciones frente al hecho de quedarse o no con el objeto deseado. 

El indigno 
Jorge Luis Borges 17’32’’ 
Un viejo librero le cuenta al autor del relato una historia trágica de su pasado que nunca había revelado a nadie. Tenía quince años cuando conoció a un malevo que paraba en un almacén de su barrio. Distintos episodios que lo vio protagonizar le indicaron que estaba ante un hombre de temple, íntegro a su manera. Ferrari, que así se llamaba, cobra una importancia esencial en la vida del joven. Lo admira. Se inicia así una relación que será también el comienzo de su madurez. A instancias de Ferrari participa en un asalto. Inicialmente acepta pero termina delatándolo. Su actitud desleal, indigna, lo acompañará de por vida.

Emma Zunz 
Jorge Luis Borges 17’31’’ 
Una joven recibe una carta con la noticia de que su padre ha muerto. Este trágico hecho desencadena en la muchacha una fiebre de recuerdos, resentimientos, y el deseo de venganza, que siempre estuvo latente. Matará a quien traicionó y hundió a su padre. Llevar adelante su decisión fatal pondrá en marcha un mecanismo de acciones terribles, coartadas, de sacrificios y mentiras que la transformarán para siempre. 

La madre de Ernesto 
Abelardo Castillo 16’03’’ 
Tres jóvenes se enteran de que la madre de un amigo en común, al que hace mucho que no ven, regresó al pueblo a trabajar como prostituta. Esta mujer había dejado la casa unos años antes siguiendo a una compañía teatral. Después de muchas idas y venidas juntan coraje y deciden ir al cabaret de la ruta y pedir un turno. Hay cierta excitación agregada a la hazaña de ir a un prostíbulo: es la madre de Ernesto. “(…) lo equívoco, lo inconfesable, lo monstruosamente atractivo de todo eso, era, tal vez, que se trataba de la madre de uno de nosotros”. Si bien tienen sentimientos encontrados por tratarse de lo que podría ser una traición al amigo predomina la crueldad y la condena. Cuando llegan al lugar, y ella aparece ante los tres para continuar con su triste rutina, algo del sentido profundo de la existencia se revelará para todos. 

Preámbulo a a las instrucciones para dar cuerda al reloj 
Julio Cortázar 2’26’’ 
Borges escribió alguna vez que es imposible contar o resumir un relato de Cortázar. Que si eso ocurre algo esencial se ha perdido definitivamente. Sin duda, éste es uno de esos casos. Piensa en esto nos advierte Cortázar desde el principio. A una persona le regalan un reloj pulsera y una serie de cargas, rutinas, trabajos y convenciones del fascinante mundo de los objetos se pone en marcha para esclavizarla. 

El cielo entre los durmientes 
Humberto Costantini 15’38” 
Es el relato de una amistad en la vida de dos chicos de doce años. Es la historia de una época de la Argentina en la que jugar en la vereda era lo habitual. Una historia de juegos sin juguetes, bajo el sol cayendo a plomo en la tarde silenciosa de siestas de barrio; la calle, los árboles, los durmientes de las vías del tren y un puente como principales protagonistas de la aventura. La embriaguez de estar vivos, fuertes, unidos en la alegría desafiante de sentirse inmortales. 

La hormiga 
Marco Denevi 2’54’’ 
Unas hormigas emprendedoras crean un vegetal artificial y, así, no necesitan salir del hormiguero para alimentarse. En adelante la vida transcurrirá puertas adentro del Gran Hormiguero. Un día, una de ellas se desorienta, cambia el rumbo habitual y sale a un jardín. Se alimenta con plantas naturales, goza del sol. Cuando vuelve con la novedad, sus hermanas creen que enloqueció. No se lo perdonarán. Diferenciarse, saber, tiene sus costos.

Algo muy grave va a Suceder en este Pueblo 
Gabriel García Márquez 5’50’’ 
Al levantarse, una mujer les dice a sus hijos que cree que algo grave va a suceder en el pueblo. A partir de esta frase pronunciada, como en un abracadabra, el mundo se transforma en el presagio anunciado y todos los males se desatan en la imaginería pueblerina. ¿Viste, mi hijo, que algo muy grave iba a suceder en este pueblo? Profecías auto cumplidas, exageraciones, delirios nihilistas, autómatas sin discernimiento disparan tragedias, guerras, odios y millones se matan sin haberse visto nunca. 

El Extraño fútbol de los mayas 
Luis Gruss 2’46’’ 
Los Mayas con sus dioses insaciables inventaron un extraño juego de fútbol en el que perder era la única manera de ganar. Los jugadores del equipo triunfante eran decapitados y ofrecidos sacrificialmente a los dioses. Era un premio que los jugadores agradecían. Los perdedores, en tanto, cambiaban la inmolación heroica y triunfal por una vida sin gloria pero pacífica, en la aldea. Tal era el castigo por haber sido derrotados. El relato parece interrogarnos: ¿Ante qué dioses insaciables el hombre de hoy tributa su sacrificio en el que ganar es siempre perder? 

El inocente 
Juan José Hernández 22’20’’ 
Rudecindo, alienado mental, un niño que suele acompañar a su madre modista a la casa de una clienta, tiene un gran poder sobre los animales, incluyendo unos perros feroces que cuidan una quinta vecina. Su imagen inexpresiva de Buda aletargado fascina a los hijos de la dueña de casa y es llevado como mascota para sus juegos y correrías. La expedición preferida por los hermanos es traspasar la verja de los perros y robar naranjas. En su inocencia, Rudecindo, es un salvoconducto, una y otra vez, para que la jauría no ataque. La presencia del deforme es habitual en la casa y constituye con el paso del tiempo un factor de perturbación. Va creciendo y adquiere nuevos rasgos. Lo no dicho de su nueva condición será también la razón de su macabro final. 

La fiesta ajena 
Liliana Heker 15’39’’ 
Rosaura es invitada al cumpleaños de Luciana, hija de la patrona de la casa en la que su madre trabaja por horas. Es una fiesta de ricos, le dice su madre. Pero Rosaura insiste en ir. Está radiante y feliz. Se adueña de la fiesta. En el final se rompe el hechizo y algo esencial le permitirá comprender las reglas de los ricos y las advertencias de su madre. En esa fiesta ajena, los niños no son todos iguales y Rosaura lo sabrá para siempre

La pelota 
Felisberto Hernández 5’50’’ 
Una escena de la vida cotidiana en la que parece no ocurrir nada. Los deseos caprichosos de un niño, una situación adversa que no permite cumplirlos y una abuela que con ternura y habilidad de pobre trata de calmar las quejas por el anhelo insatisfecho.

Yarará como manguera 
Mempo Giardinelli 9’20’’ 
Un niño, su padre y un amigo circulan en una camioneta destartalada por un camino rural del Chaco. Vuelven de trabajar, apurados por llegar a la cena de Nochebuena. En ese escenario de barro, lodo, calor y mosquitos se produce la pinchadura de un neumático. Al bajar a cambiarlo asoma la desgracia: una mordedura de yarará. Condena inapelable para cualquiera cuando no hay asistencia posible. Padre e hijo verán agonizar al Tano Poletti en medio de un delirio febril irremediable. La charla taciturna con su padre, el cielo estrellado ayudarán al niño a creer que todo saldrá bien. El nuevo día lo pondrá por primera vez en contacto con la experiencia de la muerte.

Lila y las luces 
Sylvia Iparraguirre 21’15’’ 
En plena Patagonia una niña de siete años cuida a sus hermanitos y se ocupa de la casa mientras su madre pastorea cabras. Poco tiempo le queda para la escuela y las letras que le dan batalla desde los libros. Aprender la angustia y las luces malas se mezclan con las del semáforo que le muestra el libro de lectura. El campo impone su ritmo y su cabecita montaraz resiste las bridas del saber. 

Te recuerdo como eras en el último otoño 
Bernardo Jobson 23’04’’ 
Un empleado, con todos los vicios del piola debe afrontar uno de los momentos más vergonzosos de su vida. Tiene un absceso anal. Las peripecias para explicar su pedido de licencia en el trabajo, sus dificultades en el hospital para hacerse entender por secretarias, porteros y asistentes presentan una galería de situaciones grotescas que ponen de manifiesto los ancestrales pudores existentes sobre determinadas zonas del cuerpo y las implicancias de homosexualidad que éstas generan. 

Yzur 
Leopoldo Lugones 23’09’’ 
Yzur es la obsesión de un hombre por alcanzar una meta irrealizable: enseñarle a hablar a un mono. El derrotero de miles de años de una especie condenada a un limbo de inteligencia pone a este hombre paradójico, frente a frente, con su propia animalidad. Mientras el hombre experimenta, el mono va abandonando, paulatinamente, su inocencia muda para acercarse a la cruel razón de los humanos. Pero esta lucidez tiene un costo: su propia vida. El mono se niega a hablar; el hombre desespera y castiga. Animal y hombre se confunden en este relato, que nos sugiere que las palabras no siempre nos hacen superiores.

Bita 
Juan José Manauta 11’25’’ 
Una pareja arrasada por la guerra construye un refugio de salvación mutua. El ambiente que refleja el cuento es crudo y brutal. No hay lugar para duelos y sentimientos duraderos o líricos. La ley del instinto, que es la de la vida, puede más. Algo que sorprende es el lugar potente de la mujer. Sabe más ella del destino que su compañero de ocasión. Pero el desnivel se nivela a la hora de la unión de los cuerpos, primitiva y tierna a la vez. La construcción del rancho es la metáfora elegida. 

El recuperatorio 
Guillermo Martínez 13’16’’ 
Un profesor universitario de Matemáticas a quien le entusiasma enseñar tiene en su clase a una alumna a la que no logra interesar. Un día la aborda, le pregunta qué le ocurre y ella dice que no le importa ni la materia, ni ninguna otra cosa; no le interesa nada. Tienen prácticamente la misma edad y él, atravesado por la pasión de vivir y de saber, no concibe esa imposibilidad de encontrar un sentido a las cosas que ofrece el mundo, cualquiera sean. La secreta fragilidad de todas las cosas, la sinrazón, confronta por primera vez con su manera racional de capturar el mundo.


La rana que quería ser una rana Auténtica 
Augusto Monterroso 1’56’’ 
Alcanzar la belleza o la autenticidad a través de medios forzados y artificiales no resulta. Mucho menos si el empeño se basa en obtener la aprobación del entorno social. De eso parece darse cuenta, aunque tardíamente, la rana so- ñada por Monterroso. Los esfuerzos destinados a complacer a los otros al costo de perder la identidad son inútiles, y, a la larga, contraproducentes. Habrá que buscar por otro lado y, sobre todo, no traicionar la esencia. 

El club de los Perfectos 
Graciela Montes 9’25’’
 Los Perfectos establecen su club exclusivo, pues los Perfectos sólo tratan con Perfectos. Medianía perfecta la de los perfectos: ni mucho ni poco de nada, ni altos ni bajos, ni efusivos ni tímidos, prudentes. El club de los perfectos es la metáfora –irónica– de un mundo construido a imagen y semejanza de la vanidad de los hombres. Tras la máscara de la perfección se ocultan hombres y mujeres comunes. La genuflexión de su realidad ante la apariencia y el lujo es ridícula porque viven en un barrio, porque son pocos, porque su belleza es forzada. Los vecinos miran a estos hombres, los observan, como en un circo de fenómenos. Cuando el caos se desata –porque nada es perfecto– y las máscaras caen, los hombres vuelven a las veredas del barrio, tristes y meditabundos. 

El ilustre Amor 
Manuel Mujica Láinez 12’48’’ 
Muere un Virrey del Río de la Plata y se realizan sus funerales. Una recatada solterona de puertas adentro, una sombra custodiada por persianas entreabiertas espía el avance del cortejo. Decide incorporarse a la procesión que se dirige a la Catedral. Su llanto desconsolado contrasta con el fastuoso trámite de un ritual sin emoción. En este juego de formas, jerarquías, solemnidades y ornatos, en el contrapunto de pompa social y drama íntimo, esta mujer de labores caseras, que no sabe de hombres ni guerras, deja el destino de ser nadie por la luminosa mentira de ser otra.

La Espera 
Daniel Moyano 33’23” 
Orfandad y desamparo la de un niño solo que espera un día entero en el frente de la casa la llegada de su padre que prometió llevarlo a vivir con él. Mientras, su “familia adoptiva” ahonda el desarraigo con la cantinela cruel de los “delincuente” y “borracho” estampados a su padre, con silencios hoscos, reproches y maltratos. Un padre fugaz al que vio unas pocas veces a escondidas pero con el que ya identifica alguna marca de sangre (un huesito en la cara). Suficiente para hacerse de algo propio y protector; el resto lo inventará como alimento de su identidad acosada y rota como la estatua que nunca termina de ver, que ve de a retazos desde la casa de esa familia ajena. Esa espera representa la promesa de una revelación y una búsqueda de la propia identidad.


A la deriva 
Horacio Quiroga 9’56’’ 
En pleno monte, un hombre es mordido por una víbora. El progreso del veneno en la sangre, la sed, la anestesia del final. Un drama bien circunstanciado de una muerte en el río: un viaje en búsqueda de ayuda, la esperanza de llegar a tiempo, la canoa, errante en la corriente del Paraná. La vista imponente del paraje en el atardecer lo distrae, el rocío del crepúsculo lo refresca, los recuerdos lo reconfortan y, mientras muere, cree que lo peor ya pasó. El lenguaje lacónico y ceñido del personaje fundido con imágenes y descripciones del paisaje muestran el drama personal inmerso en el cósmico, el de la naturaleza en su esplendor donde todo acaece y acaba, el río del tiempo que arrastra a los hombres, a la deriva. 

Sur Viejo 
Dalmiro Sáenz 17’06” 
En la Patagonia inclemente, árida, de soledades y trabajo duro, una pareja transcurre sus días desafiando la adversidad que impone lo inhóspito. No tienen más que sus propias soledades. Languidecen en calma. Un día, llega a la casa un hombre. Y la vida cambia. Nace el deseo, el del instinto y el de la codicia. El recién venido guarda un dinero en su bolsa. Lo primitivo de cada cual se pone en marcha y desata una tragedia seca y silenciosa como el páramo que le sirve de marco.

El intérprete
Juan José Saer 8’20’’ 
Un indio latinoamericano ya añoso se recuerda a sí mismo viendo por primera vez las carabelas de los conquistadores españoles en el horizonte marino, cuando desembarcan, cuando lo rebautizan Felipillo, le enseñan su lengua, la que ordena, y lo convierten en una suerte de lenguaraz, traductor oficial de los invasores. Su voz es el ida y vuelta, el vehículo de acusaciones y respuestas, es la sentencia condenatoria con que los conquistadores juzgan a Ataliba, el jefe de su pueblo. Felipillo, el indio confundido en el tumulto de las dos lenguas en conflicto, despoja a sus únicos dueños, a su estirpe, de las tierras americanas que los vieron nacer. 

Aquel Peronismo de Juguete 
Osvaldo Soriano 9’10’’ 
Una pintura del país a comienzo de los años 50 en la evocación de un niño que recuerda la ilusión con que esperaba, cada 6 de enero, obtener los juguetes que Eva Perón repartía entre los únicos privilegiados. Muerta Evita, el chico, ya casi adolescente, decide escribirle una carta al General pidiendo las once camisetas necesarias para el equipo barrial de fútbol. Y Perón llegaba lejos, más allá de los ríos y los desiertos. 

Petróleo 
Héctor Tizón 15’16’’
 En la exaltación de un vecino por el descubrimiento de lo que cree que es petróleo, está resumido el sueño eterno de los pobres por salir de su miserable situación. En este caso el golpe de suerte salvaría a todos los habitantes del caserío. Serían ricos. Podrían así comprarse una radio y un sombrero y tal vez un caballo y muchas gallinas y chanchos. Con la imaginación inflamada y la ambición desbocada arman una gran fiesta que acaba con las magras provisiones de los pobladores. Pronto deberán echar tierra sobre tanta esperanza colectiva cuando se sepa que el oro negro es sólo un escape de combustible de una cisterna rota del ferrocarril. 

sábado, 21 de marzo de 2015

Literatura infantil y juvenil censurada durante la dictadura militar argentina 1976-1983. MATERIALES VARIOS


DIFERENTES MATERIALES ACERCA DEL TEMA


1- La censura en la literatura infantil y juvenil durante la última dictadura 


Educación y memoria 
Coordinación: Sandra Raggio Escribe:Josefina Oliva
Educación y memoria
EDICION ESPECIAL

ISSN 1852-4060


FUENTE: comisionporlamemoria.org



2- Libros que muerden

literatura infantil y juvenil censurada durante la última dictadura militar argentina (1976-1983)

FUENTE: librosquemuerden-lagrieta



3- Caza de Brujas: la censura en la literatura infantil

Un repaso por algunos de los libros infantiles y juveniles prohibidos durante la última dictadura militar en nuestro país.




























“Cantamos porque el río está sonando,
y cuando el río suena, suena el río.
Cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino.
Cantamos porque el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo.
Cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos.
(…)
Cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota.
Cantamos porque el Sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo, en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta.
Canciones del desexilio, Mario Benedetti
(1983)
Así como seguimos cantando, seguimos leyendo, los nuevos libros, los “viejos”, los clásicos y hoy podemos volver a leer los libros que fueron “silenciados” durante la dictadura militar. Y si cada pregunta tiene su respuesta, en sus lecturas podemos encontrar algo de la justicia necesaria, pero sobre todo, la libertad de transitar sus letras y que las nuevas generaciones se hagan las preguntas necesarias y se formulen entonces las respuestas necesarias: justas y llenas de memoria.

PROHIBIR, QUEMAR, PERSEGUIR, DESAPARECER




























Para “preservar la moral de la niñez”, el llamado Proceso de Reorganización Nacional, prohibió, quemó y sacó de circulación libros, entre ellos muchos de literatura infantil y juvenil.
Como sostiene Graciela Bialet en su texto “La lectura: Un pasaporte de ciudadanía plena” (disponible enhttp://www.planlectura.educ.ar/listar.php?menu=3&submenu=1&tmenu=3): “Analizando los títulos prohibidos y los incinerados puede verse claramente que la preocupación de los supuestos “reorganizadores nacionales” giraba en torno a temas histórico-políticos, los educativos y los literarios. Tres bloques temáticos íntimamente intrincados con la memoria y con el futuro. “Manifiestamente tendenciosa” era la requisa y la eliminación de ideas para “distorsionar el proceso educativo” de un pueblo al que había que callar, someter y saquear”.

La política de control y censura sobre libros estaba a cargo de la Dirección General de Publicaciones. El inicio del procedimiento estaba dado por iniciativa propia de la Dirección,  por una denuncia o pedido de evaluación de un organismo oficial, por una denuncia particular o por una campaña periodística contra una publicación.

El paso siguiente era obtener el título para someterlo a un análisis ideológico-político, del cual resultaba un informe.
Esta Dirección a su vez, elaboraba listados de obras y editoriales, clasificadas según su grado de peligrosidad o de enemistad con los llamados “objetivos del proceso”.
En este contexto, muchos escritores fueron perseguidos, prohibidos, se exiliaron y otros permanecen desaparecidos.
También las editoriales fueron perseguidas, como Eudeba (Editorial Universitaria de Buenos Aires) y elCentro Editor de América Latina (CEAL), por mencionar sólo dos ejemplos.
En el primer caso, el 25 de marzo de 1976 el capitán de Navío Francisco Suárez Battán ingresó a la sede de la editorial y anunció que tomaba posesión de la misma.
En el caso del CEAL, fueron perseguidos sus trabajadores, intimados con bombas a la editorial y el caso emblemático fue la quema de un millón y medio de ejemplares, entre ellos la Nueva Enciclopedia del Mundo Joven, dirigida por Amanda Toubes. La quema se desarrolló en un baldío de la localidad de Sarandí y fue dispuesta mediante un acta de la policía el 26 de junio de 1980.

LITERATURA CENSURADA

Un breve repaso por algunos de los libros infantiles y juveniles que fueron prohibidos durante la última dictadura militar en nuestro país. Volver a leerlos es recordarlos, pero también es comprobar el valor y la potencia que tiene la palabra. Los dictadores lo sabían: las palabras son poderosas y entonces para ellos eran peligrosas.


* La Torre de Cubos, de Laura Devetach
Un libro que contiene muchas historias y cuentos que hablan de una nena que construye una torre de cubos que la lleva a mundos imaginarios, o una nena que dibuja en la pared de la cocina un pueblo y éste cobra vida, o de marineros de papel que quieren descubrir que es el mar, o un chico que se traga el silbido de un tren y forma un nuevo lenguaje, también un deshollinador desocupado que dibuja caminos de hollín y un monigote solitario que sale de la pared donde fue dibujado y se relaciona con un niño.
Entre todas estas historias, se encuentra también “La Planta de Bartolo”, donde Bartolo siembra una planta y al tiempo nacen cuadernos que el regala a los chicos del pueblo. Así los chicos, “escribían y aprendían con muchísimo gusto”. Pero sucedió que el vendedor de cuadernos se enojó: primero quiso comprarle la planta a Bartolo y como se negó a venderla, envío a la policía, pero en ese momento llegaron todos los chicos silbando y gritando. “Buen negocio en otra parte, gritó Bartolo secándose los ojos”.
La torre de cubos fue prohibido en la provincia de Santa Fe, el 23 de mayo de 1979, por resolución 480, donde se decía entre otras cosas: “se desprenden graves falencias tales como simbología confusa, cuestionamientos ideológicos-sociales, objetivos no adecuados al hecho estético, ilimitada fantasía, carencia de estímulos espirituales y trascendentes (…)centrando su temática en los aspectos sociales como crítica a la organización del trabajo, la propiedad privada y el principio de autoridad enfrentando grupos sociales, raciales o económicos con base completamente materialista, como también cuestionando la vida familiar (…)”.
Luego se prohibió en la provincia de Buenos Aires, Mendoza, hasta que se extendió a todo el país por decreto nacional.
El libro, al igual que tantos otros siguió circulando por otros canales: sin el nombre de la autora era incluido en antologías, o los maestros hacían copias a mimeógrafo y se los daban de leer a los alumnos.

*Un elefante ocupa mucho espacio, de Elsa Bonermann
Entre los cuentos que contiene el libro, la autora narra la historia de una huelga de animales en un circo, propuesta por el elefante, “Víctor, un elefante de circo, se decidió una vez a pensar “en elefante”, esto es, a tener una idea tan enorme como su cuerpo….
ahí nomás les explicó a sus compañeros que ellos eran presos... que trabajaban para que el dueño del circo se llenara los bolsillos de dinero... que eran obligados a ejecutar ridículas pruebas para divertir a la gente... que se los forzaba a imitar a los hombres... que no debían soportar más humillaciones y que patatín y que patatán. (Y que patatín fue el consejo de hacer entender a los hombres que los animales querían volver a ser libres... Y que patatán fue la orden de huelga general...)”.
Fue prohibido por decreto, el 13 de octubre de 1977, junto al libro El nacimiento, los niños y el amor, de Agnés Rosenstiehl, ambos editados por Librerías Fausto y el argumento señalaba: “En ambos casos se trata de cuentos destinados al público infantil, con una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica del accionar subversivo (...) De su análisis surge una posición que agravia a la moral, a la Iglesia, a la familia, al ser humano y a la sociedad que éste compone”.
El libro de Elsa Bonermann en 1976, fue elegido para integrar la Lista de Honor del Premio Internacional “Hans Christian Andersen”, otorgado por la International Board on Books for Young People, con sede en Suiza.
Como consecuencia, la autora, hasta que terminó la dictadura, tuvo vedado el acceso a cualquier establecimiento de educación pública del país.

*La ultrabomba, de Mario Lodi y El pueblo que no quería ser gris, de Beatriz Doumerc. Sello Editorial Rompan Filas
En La ultratumba, Palanca, el patrón de una fábrica usa la publicidad para vender bebidas fabricadas con residuos de petróleo y en su ambición por ser más rico, le ofrece al rey crear una ultratumba. “Bien, dijo el rey, pero ¿cómo hacemos para convencer a la gente que haga la guerra por nosotros?”. Para eso, Palanca se hizo jefe de la televisión y en su noticiero todas las noches decía: “es lindo combatir y morir por mí y por el rey”. Construyó la ultrabomba, los aviones, los tanques y fusiles y se los vendió al rey por cien ultramillones.
Pero el piloto que volaba el avión y tenía que tirar la ultrabomba sobre el pueblo desobedeció y así empieza en toda la tierra una historia sin guerra.
El pueblo que no quería ser gris, cuenta la historia de un rey al que no le interesaban las personas y sólo daba órdenes. Un día ordenó que todos pintaran sus casas de gris. Todos lo hicieron menos uno, que vio una paloma roja, azul y blanca y se le ocurrió usar esos colores para pintar su casa y esa idea se fue contagiando entre los vecinos del pueblo y llegó a la comarca cercana. “Y como pueden ustedes imaginar este cuento que acá termina por otro lado vuelve a empezar”.
Prohibidos el 3 de septiembre de 1976 por el decreto N° 1888. Como señala la notificación de Encontel enviada a la editorial:
“De mi mayor consideración: me dirijo a usted a efectos de poner en su conocimiento que, por Resolución N° 437/76 SC, prohibióse la circulación por los servicios postales de la Empresa, de las publicaciones tituladas “La Ultrabomba” y “El pueblo que no quería ser gris”, editadas en la Capital Federal de conformidad con los prescripto en el artículo 1° del Decreto del Poder Ejecutivo Nacional N° 1888/76. Saluda a usted atentamente. Aldo Colli, Jefe de la Sección Promoción del Departamento de Correos”.

*Cinco dedos, ediciones De la Flor
Es la traducción de un libro infantil escrito en Berlín Occidental, en el que una mano verde persigue a los dedos de una mano roja, que para defenderse y vencer se une y forma un puño colorado.
El cuento fue prohibido el 8 de febrero de 1977, por medio del decreto 269 por tener “finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica, propia del accionar subversivo”.
Los editores Daniel Divinsky y Kuki Miler fueron detenidos y estuvieron 127 días a disposición del Poder Ejecutivo. En ese entonces también fue prohibido otro libro editado por ellos, Ganarse la muerte de Griselda Gambaro.

Otros títulos prohibidos tanto infantiles como para adultos fueron: Jacinto de Graciela Cabal, Educar para la libertad de Aldo Bütting  y Dios es fiel. Catequesis para 6to. grado de la escuela primaria de Beatriz Casiello, ambos de la Editorial Católica Guadalupe, La historia siglo a siglo contada para niños, libro importado de España por Ediciones Paulinas fue retenido en aduana y no pudo ingresar al país, Niños de hoyNuestros muchachos y El amor sigue siendo niño de Álvaro Yunque editados por Plus Ultra, Los zapatos voladores de Margarita Belgrano, Dailán Kifki de María Elena Walsh, Operación Masacre, de Rodolfo Walsh,Rojo y negro de Stendhal, Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano, El principito de Anthony Saint Exuperi, Cuentos premiados de Leopoldo Marechal, Gracias por el fuego de Mario Benedetti,El país de Minotauro de Mariano Castex, Humanismo socialista compilado por Erich Fromm, Mascaró, el cazador americano de Haroldo Conti, Enciclopedia Salvat-DiccionarioLa cuba electrolítica (libro de Física censurado porque contenía la palabra "cuba" en su título), los libros de Paulo Freire en todas sus ediciones, entre tantos otros.

FUENTE: planlectura


5- Un cuento prohibido: La planta de Bartolo


Los gobiernos militares en la Argentina consideraron muy importante controlar el sistema educativo. Revisaron los contenidos a enseñar, los reglamentos escolares, los libros y hasta las ideas y organizaciones de los maestros. Todo fue objeto de un minucioso análisis y censura. La literatura infantil no fue la excepción. Se propone trabajar con un cuento que fue prohibido durante la última dictadura militar para conocer algunos aspectos de la censura implementada.

Primer momento:

Lectura del cuento "La planta de Bartolo" de Laura Devetach tomado dewww.ctera.org.ar

El buen Bartolo sembró un día un cuaderno en un macetón. Lo regó, lo puso al calor del sol, y cuando menos lo esperaba, ¡trácate!, brotó una planta tiernita con hojas de todos colores.
Pronto la plantita comenzó a dar cuadernos. Eran cuadernos hermosísimos, como esos que gustan a los chicos. De tapas duras con muchas hojas muy blancas que invitaban a hacer sumas y restas y dibujitos.
Bartolo palmoteó siete veces de contento y dijo:
-Ahora, ¡todos los chicos tendrán cuadernos!
¡Pobrecitos los chicos del pueblo! Estaban tan caros los cuadernos que las mamás, en lugar de alegrarse porque escribían mucho y los iban terminando, se enojaban y les decían:
-¡Ya terminaste otro cuaderno! ¡Con lo que valen!
Y los pobres chicos no sabían qué hacer.
Bartolo salió a la calle y haciendo bocina con sus enormes manos de tierra gritó:
-¡Chicos!, ¡tengo cuadernos, cuadernos lindos para todos! ¡El que quiera cuadernos nuevos que venga a ver mi planta de cuadernos!
Una bandada de parloteos y murmullos llenó inmediatamente la casita del buen Bartolo y todos los chicos salieron brincando con un cuaderno nuevo debajo del brazo.
Y así pasó que cada vez que acababan uno, Bartolo les daba otro y ellos escribían y aprendían con muchísimo gusto.
Pero, una piedra muy dura vino a caer en medio de la felicidad de Bartolo y los chicos. El Vendedor de Cuadernos se enojó como no sé qué.
Un día, fumando su largo cigarro, fue caminando pesadamente hasta la casa de Bartolo. Golpeó la puerta con sus manos llenas de anillos de oro: ¡Toco toc! ¡Toco toc!
-Bartolo -le dijo con falsa sonrisa atabacada-, vengo a comprarte tu planta de hacer cuadernos. Te daré por ella un tren lleno de chocolate y un millón de pelotitas de colores.
-No -dijo Bartolo mientras comía un rico pedacito de pan.
-¿No? Te daré entonces una bicicleta de oro y doscientos arbolitos de navidad.
-No.
-Un circo con seis payasos, una plaza llena de hamacas y toboganes.
-No.
-Una ciudad llena de caramelos con la luna de naranja.
-No.
- ¿Qué querés entonces por tu planta de cuadernos?
-Nada. No la vendo.
-¿Por qué sos así conmigo?
-Porque los cuadernos no son para vender sino para que los chicos trabajen tranquilos.
-Te nombraré Gran Vendedor de Lápices y serás tan rico como yo.
-No.
-Pues entonces -rugió con su gran boca negra de horno-, ¡te quitaré la planta de cuadernos! -y se fue echando humo como la locomotora.
Al rato volvió con los soldaditos azules de la policía.
-¡Sáquenle la planta de cuadernos! -ordenó.
Los soldaditos azules iban a obedecerle cuando llegaron todos los chicos silbando y gritando, y también llegaron los pajaritos y los conejitos.
Todos rodearon con grandes risas al vendedor de cuadernos y cantaron "arroz con leche", mientras los pajaritos y los conejitos le desprendían los tiradores y le sacaban los pantalones.
Tanto y tanto se rieron los chicos al ver al Vendedor con sus calzoncillos colorados, gritando como un loco, que tuvieron que sentarse a descansar.
-¡Buen negocio en otra parte! -gritó Bartolo secándose los ojos, mientras el Vendedor, tan colorado como sus calzoncillos, se iba a la carrera hacia el lugar solitario donde los vientos van a dormir cuando no trabajan.
El cuento "La Planta de Bartolo" incluido en el libro "La Torre de cubos" fue publicado por primera vez en el año por 1966 por Eudecor, la Editorial Universitaria de Córdoba. La edición contó con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes y algunos de los cuentos que lo integraban ya habían recibido distinciones en concursos literarios. Desde su aparición hasta 1976 la obra obtuvo excelentes opiniones de la crítica especializada que fueron publicadas en diarios provinciales y nacionales (ClarínEl Diario de Mendoza y La Prensa, entre otros).

Segundo momento:

Algunas preguntas del tipo ¿Qué cuenta "La planta de Bartolo"? pueden orientar un primer intercambio de ideas y opiniones.
A continuación sería interesante que el maestro suministre algo de información sobre lo que ocurrió con el cuento durante el último gobierno militar con un comentario que estimule las preguntas de los alumnos. Por ejemplo: "Saben que hubo un tiempo en que estaba prohibido leer este cuento en las escuelas, y era riesgoso para el dueño de una librería tenerlo para vender".
Esta presentación puede permitir que los chicos formulen algunas hipótesis acerca de la censura: " ¿A quién podría molestarle esta historia? ¿Por qué? ¿Por qué alguien podía prohibirla e imponer su voluntad a todos?" " ¿Nadie la habrá leído en esos tiempos?" " ¿Qué habrán hecho quienes habían comprado el libro antes y lo tenían en la biblioteca de su casa?" " ¿Qué habrá dicho o hecho su autora, Laura Devetach?" "¿Habrá sucedido algo parecido con otros libros?"

Tercer momento:

Se ofrece una serie de fuentes de información acerca de la prohibición del cuento, su sentido y sus consecuencias. El docente puede seleccionar una o varias según organice su propuesta de trabajo.

Fuentes de información

1) El testimonio de un maestro
Siempre me gustó ser maestro de Primer Grado, bueno, en general trabajar con los más chicos. Así como también me gusta narrarles o leerles buena literatura.
Cuando comencé a trabajar como maestro ya se había producido el golpe militar y no era sencillo transitar por la vida cuando se tenían ideas muy pero muy diferentes a las de ese gobierno que, dicho sea de paso, nadie había elegido. La escuela, por supuesto, no escapaba de esta situación.
Me acuerdo que entre los maestros -en los recreos o arriba del colectivo- intercambiábamos ideas, textos para leer nosotros como adultos y para leerle a los chicos. Lógicamente no con todos los maestros; pero no por egoístas, sino porque había maestros -como otras tantas personas- que pensaban que lo que estaba pasando estaba bien, que era necesario.
Bueno, lo cierto es que yo me había enamorado de dos cuentos: "La planta de Bartolo" de Laura Devetach y "Un elefante ocupa mucho espacio" de Elsa Bornemann . Un día comenzó a correr de boca en boca, en las escuelas, en el sindicato y en algunas librerías, que había una lista de libros prohibidos. Después, con el tiempo, nos enteramos que la lista estaba escrita, que amenazaban a los autores, que se quemaban los libros. Sin embargo, mientras tanto, yo quería que mis pibes disfrutaran de esta literatura; que conocieran a Bartolo, ese pibe tan pero tan solidario.
Entonces, para no meterme en problemas, lo que hacía era escribir en un cuaderno -en el cual lo maestros teníamos que escribir lo que íbamos a enseñar día por día- nombres de otros cuentos, o cambiarle el autor o modificar el título. Había que tratar, además, que no quedara nada escrito, ni siquiera dibujos. Los que lo hacíamos -porque con el tiempo también nos enteramos que muchos compañeros hacían cosas parecidas- era intentar que eso quedara en la memoria y en el corazón de nuestros pibes. Fue la forma que muchos encontramos para no traicionar nuestros ideales y, a la vez, cuidarnos entre todos.
¡Cómo me gustaría que alguno de esos pibes que ahora son padres leyeran esto! Solamente para que sepan que a pesar del miedo nosotros manteníamos nuestros ideales. Y que gracias a poder vencer algunos miedos hoy Bartolo se encuentra vivito y coleando.
Paulino Guarido es maestro y, actualmente, es el Secretario General de la Seccional La Matanza del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de la Provincia de Buenos Aires (SUTEBA). Su testimonio fue tomado de la revista La Educación en nuestras manos N° 75 (Buenos Aires, SUTEBA, marzo de 2006).
Paulino Guarido se refiere al golpe del 24 de marzo de 1976 que llevo a al poder a la Junta integrada por Jorge R. Videla, Emilio E. Massera y Orlando R. Agosti.

2) La Constitución Nacional

Constitución Nacional Argentina. Primera Parte, Capítulo PrimeroDeclaraciones, derechos y garantías

Artículo 14.- Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender.
3) Decreto de prohibición

Boletín N° 142 - julio 1979 - Ministerio de Cultura y Educación

NIVEL PRIMARIO
Prohibición de una obra
Buenos Aires, 23 de mayo de 1979.
VISTO:
Que se halla en circulación la obra " La Torre de Cubos" de la autora Laura Devetach destinada a los niños, cuya lectura resulta objetable; y
CONSIDERANDO:
Que toda obra literaria para niños debe reunir las condiciones básicas del estilo;
Que en ello está comprometida no sólo la sintaxis sino fundamentalmente la respuesta a los verdaderos requerimientos de la infancia;
Que estos requerimientos reclaman respeto por un mundo de imágenes, sensaciones, fantasía, recreación, vivencias;
Que inserto en el texto debe estar comprendido el mensaje que satisfaga dicho mundo;
Que del análisis de la obra " La Torre de Cubos", se desprenden graves falencias tales como simbología confusa, cuestionamientos ideológicos-sociales, objetivos no adecuados al hecho estético, ilimitada fantasía , carencia de estímulos espirituales y trascendentes;
Que algunos de los cuentos-narraciones incluidos en el mencionado libro, atentan directamente al hecho formativo que debe presidir todo intento de comunicación, centrando su temática en los aspectos sociales como crítica a la organización del trabajo, la propiedad privada y al principio de autoridad enfrentando grupos sociales, raciales o económicos con base completamente materialista, como también cuestionando la vida familiar, distorsas (sic)y giros de mal gusto, la cual en vez de ayudar a construir, lleva a la destrucción de los valores tradicionales de nuestra cultura;
Que es deber del Ministerio de Educación y Cultura, en sus actos y decisiones, velar por la protección y formación de una clara conciencia del niño;
Que ello implica prevenir sobre el uso, como medio de formación de cualquier instrumento que atente contra el fin y objetivos de la Educación Argentina , como asimismo velar por los bienes de transmisión de la Cultura Nacional ;
Por todo ello
EL MINISTRO DE EDUCACIÓN Y CULTURA RESUELVE:
1°) Prohibir el uso de la obra " La Torre de Cubos" de Laura Devetach en todos los establecimientos educacionales dependientes de este Ministerio.
2°) De forma.

4) Lo que dice la autora...

"La Torre de Cubos se prohibió primero en la provincia de Santa Fe, después siguió la provincia de Buenos Aires, Mendoza y la zona del Sur, hasta que se hizo decreto nacional. A partir de ahí la pasé bastante mal. Porque no se trataba de una cuestión de prestigio académico o de que el libro estuviera o no en las librerías. Uno tenía un Falcon verde en la puerta. Yo vivía en Córdoba y más de una vez tuve que dormir afuera. Finalmente nos vinimos con mi marido a Buenos Aires en busca de trabajo y anonimato. Durante todo ese período quise publicar y no pude."
"Maravillosamente el libro siguió circulando pero sin mi nombre: era incluido en antologías, los maestros hacían copias a mimeógrafo y se los daban para leer a los alumnos. Muchos lectores se me acercaron después y me dijeron que habían leído mis cuentos en papeles sueltos, sin saber de quién eran. Recuerdo varias Ferias del Libro en las que las maestras me acercaban esas hojas mimeografiadas para que se las firmara."
Laura Devetach
El testimonio fue tomado de la revista La Educación en nuestras manos N° 75 (Buenos Aires, SUTEBA, marzo de 2006).

6- 30 años de democracia - "Prohibido no leer"

Publicado el 12/12/2013



La TV Pública y la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, a través del Centro de Producción e Investigación Audiovisual (CePIA) presentan el ciclo de documentales "30 Años de Democracia". Diez proyectos ganadores del Concurso Federal de Documentales para Televisión convocado con motivo del cumplimiento del trigésimo aniversario de la recuperación de nuestra democracia.

Presentamos "Prohibido no leer", un documental que relata la historia de aquellos libros infantiles prohibidos por la dictadura, que a pesar de haber sido censurados, resistieron. Gracias al compromiso y a la valentía de muchos maestros, autores y editores, 30 años después siguen luchando por los mismos ideales, ocupando un lugar de privilegio en la Literatura Argentina y sobre todo, en las mesitas de luz de una nueva generación de chicos lectores.

Casa productora: Aradna Arizabalo.
Producción: Hernán Belón.
Dirección: Nicolás Carreras


Acerca de la experiencia Libros que muerden. La colección de los libros infantiles y juveniles censurados en la última dictadura  
Gabriela Pesclevi

Un libro puede ser un punto de partida Hace muchos años, supongo que sería en el año 1975 o 1976, tenía por costumbre todas las tardes jugar con libros y armar una suerte de tienda en la vereda de mi casa en la que exhibíamos, con una amiga, una pequeña colección de títulos. Si bien mi memoria es de una fragilidad importante, recuerdo dos cosas especiales de ese tiempo, en primer término lo que compartía recién: los libros que se piensan como parte de un juego. Que se apilan, se acomodan, se curiosean, se muestran a un público. Los libros que salen a la calle. Que se vuelven juguetes. Que son motivo de invenciones: no se sabe qué cuentan y entonces se inventa. Se cuidan. Circulan. Entran y salen y vuelven a entrar. Los libros que –sabemos‐ guardan enigmas. Alimentan promesas, son trampolines, molinetes, espacios de libertad y pregunta, entre tantas variantes. Me apoyo en Gianni Rodari (1987):   Definir el libro como “un juguete” no significa en absoluto faltarle el respeto, sino sacarlo de la biblioteca para lanzarlo en medio de la vida, para que sea un objeto de vida, un instrumento de vida. Ni tan sólo significa fijarle unos límites. El mundo de los juguetes no tiene límites, en él se refleja y se interfiere el mundo entero de los adultos, con su realidad cambiante. Hasta figuran los tanques, por desgracia... Mucho se ha escrito sobre la importancia del juego en la formación humana. Pero quizás no creemos en aquello que escribimos y decimos, porque en la realidad cotidiana el juego y los juguetes aún son considerados como parte de lo que es superfluo y no como elementos de lo que es necesario: así se comportan, en la práctica, arquitectos y urbanistas, pero también la escuela, en la que para el juego existe la “hora de recreo”, bien diferente de la hora de “clase”, es decir de las “cosas serias”.  

[1] En segundo término, recuerdo la historia de un libro en particular, o más que la historia de ese libro, lo acontecido una de esas tardes cuando una señora que solía frecuentarnos con generosidad  ‐casi siempre nos dejaba un caramelo a su paso por los mandados‐  nos hizo un comentario singular: “Querida, ese libro está prohibido. Ese libro no puede circular. Mejor guardálo.” El libro en cuestión, Uso y abusos del Psicoanálisis 
[2], en la actualidad forma parte de la muestra que inauguramos a los treinta años del golpe cívico militar en el marco de una actividad más amplia que hicimos junto a los compañeros de La Grieta 
[3]. El libro, durante más de treinta años me acompañó como un símbolo, como un tesoro, como eso que se vuelve preciado y secreto, y que probablemente condensa mucho más de lo que yo creí en su momento. La experiencia Libros que muerden surge entonces de la necesidad y el deseo de reencontrarnos con los libros que durante muchos años sufrieron la censura. Nos pareció que este título Libros que muerden tenía algo de provocación. Queríamos provocar y decir que la literatura puede ser rabiosa; puede devorarse a sus lectores, producir sismos, generar diatribas. No pensamos desde la neutralidad. Detrás de esos libros, como de tantos otros entendemos a una literatura irreverente, que promueve diversos sentidos. Por ese entonces habíamos hecho un juego con muchos chicos de los talleres de literatura, tomando fotografías especiales con los libros y decíamos… si un libro puede morderte, nosotros podemos morder un libro y no por eso somos los tragas de la clase; roerlos y hasta masticarlos como lo hace Enrique, el increíble niño comelibros de Oliver Jeffers. La apuesta nos da un aire de antropófagos, nos conduce hacia una acción vital ligada al acto de leer, de mirar, de estar frente a un libro. Los libros que muerden sufrieron algo más que el olvido. Algo más que la acumulación del polvo. La intención fue aglutinar un material perdido, completamente disperso, en donde la construcción de los datos se fue haciendo como con un cadáver exquisito: un poco por aquí y otro poco por allí 
[4]. La idea fue compartir las lecturas, reflexionar acerca de la idea de la historia, las distintas historias que nos contaron, que fuimos viviendo, y la sed desbordante de la ficción. Intervenir en los textos, muchas veces restaurarlos, leerlos y luego ponerlos a la mano, dejarlos rodar. Compartirlos con otros fue y es la apuesta máxima; descubrir recorridos editoriales; características de una literatura que venía a ser ruptura de tradiciones más estáticas, aportar otro concepto de libro; por lo tanto: nos pusimos a pensar los libros destinados a niños y a jóvenes. Desde su origen la muestra persiguió un recorte: la colección de libros censurados en la última dictadura (‘76‐‘83) destinados para niños y jóvenes. A la que fuimos sumando títulos de los autores significativos y piezas que venían a contribuir con el concepto esencial: revisar cómo había actuado la censura en el campo de la infancia, cómo había sido pensada la infancia y la cultura durante el “proceso de reorganización nacional”. En el marco de ese contexto la censura se llevó adelante como un plan sistemático de exterminio a la Acerca de la experiencia Libros que muerden.   La colección de libros infantiles y juveniles censurados en la última dictadura diferencia; un proyecto de nación (“país”) construido en base al terror, a la exclusión; la inteligencia y la brutalidad más aciaga.   Hallazgos, sentidos Hacia el 2006 la muestra se componía de unos quince títulos 
[5]. Hace una semana contamos aproximadamente unos doscientos. Comparto estos ingredientes porque tienen que ver con la idea de persistencia que nos trazamos en un comienzo y cómo la muestra alcanzó un crecimiento que permite aproximarnos algunos desciframientos. Abrirnos hacia el terreno de la investigación, de las conversaciones y de la escucha orientó nuestra tarea que podríamos enmarcar dentro de una práctica educativa particular. En el que todos vamos aprendiendo; en la apuesta de cada encuentro, pero así también a posteriori, cuando marchamos a casa y seguimos la pesquisa de algún libro que resta encontrar; o cuando nos queda rebotando el parlamento de alguien que pasó. Que aportó algo. En definitiva, cada relato, ya sea de un protagonista de ese tiempo, de un lector de ese tiempo o un pequeño niño nacido después del 2000 pueden sumar sentidos. Paradojalmente uno de los sentidos que fuimos encontrando, parafraseando a Juan Villoro es que “Las verdades de la ficción construyen una segunda realidad y en ocasiones determinan las formas de representación de la cultura con mayor eficacia que los testimonios del mundo de los hechos.” 
[6]   La dimensión de la fantasía Durante los primeros años de la muestra repetíamos a voz de sonsonete que teníamos la alegría de revisar las ficciones que signaron una época y que generaron nuevos lectores. Nuevas escrituras. Nuevas formas de pensar los libros para chicos. Definitivamente estamos hablando de eso. Pero hace falta subrayar que muchos libros que integran la muestra ‐para nosotros‐ tienen un valor documental más que razones estéticas que nos conmuevan 
[7]. Sí nos conmueven, sí nos movilizan las historias que empezaron a deslizar un lenguaje atrevido, sin finales felices o más bien con finales inesperados o abiertos como la mayoría de los cuentos de La torre de cubos de la escritora Laura Devetach [8]; o la obra con aire paródico de Jacques Prevert, Cuentos para chicos traviesos; sí nos cautivan varias historias telúricas de Murillo en las que nos presenta animales y pájaros del norte argentino como “Mi amigo el hespir” o “Cinco patas” o “Renancó y los últimos huemules” o “El tigre de Santa Bárbara”; nos eclipsan y nos mantienen en estado de alerta, de exploración permanente las ilustraciones fascinantes de Ayax Barnes, que permiten tener una autonomía en la página, es decir, poder leer la imágenes sin que estas sigan la literalidad del texto o abrazar una doble página ilustrada ‐propuesta de la colección de Chiribitil‐ del CEAL. Esto último tiene que ver con la idea de un libro Acerca de la experiencia Libros que muerden.   La colección de libros infantiles y juveniles censurados en la última dictadura desde todos los ángulos: desde el diseño hasta el contenido en diálogos multiplicados. Marcela Carranza siguiendo la huella de los libros de Barnes y en relación a los chicos comenta: “[…] El niño es invitado continuamente a jugar, a ser partícipe de ese mundo creado por el texto y las ilustraciones. Pero también Barnes se muestra como un artista que juega y experimenta: acuarelas, collages, sellos, figuras vacías construidas por líneas de contorno o saturadas de colores y texturas; los dibujos de Barnes ofrecen gran variedad de técnicas y recursos, pero al mismo tiempo un estilo inconfundible que cualquier lector puede identificar a primera vista.” 
[9] El reino de lo posible, (emprendimientos como los del CEAL con Polidoro con la consigna “Más libros para más”, ideada por el mítico editor Boris Spivacow) o el reino de lo imposible, (El viaje de Pelusa hacia el sol.... o el hallazgo de los mismos libros perdidos) empezó a encender nuestras preguntas: ¿Hacia dónde nos orienta la muestra? ¿Qué cosas vamos aprendiendo de ella? ¿Qué constelaciones se abren? O dicho de otra forma: ¿qué imaginario queda en nosotros y en los otros? ¿Cómo dialoga la historia con la historia de la literatura? La muestra ‐Libros que muerden‐ activa una fibra vinculada a las emociones pero también al reconocimiento de referentes en el campo de la LIJ, líneas de trabajo, renovación y transformación de las formas de pensar a sus destinatarios pequeños y adultos por parte de los editores. La fantasía para estas cosas se vuelve como la respiración y siempre, como decía Rodari una vez más, es un instrumento para conocer la realidad. “Debemos rechazar esa tradicional oposición entre fantasía y realidad, en la que realidad significa lo que existe y fantasía aquello que no existe. Esa oposición no tiene sentido. ¿No existen acaso los sueños? ¿No existen los sentimientos por el hecho de no tener cuerpo? ¿De dónde sacaría la fantasía los materiales para sus construcciones si no los tomara, como de hecho hace, de los datos de la experiencia, ya que no entran en la mente más datos que los de la experiencia?” (Rodari, 1987). Las preguntas. Un modo de aproximarse a los otros Como práctica educativa no hay dudas de que la muestra es una gran generadora de preguntas. Y al ser detonante de preguntas más que de respuestas lo que habilita es el diálogo y una manera de pensarla desde una polifonía de voces. Nuestro aprendizaje se construye de modo colectivo. Alguien tiró la piedra y cayó en el estanque, pero las aguas del estanque no están fijas sino que se mueven y abren órbitas que no tienen detención. Implica montar lo demolido, ir hacia los bordes; hacia el dilema del pasado que se configura también como una pregunta. Atendemos a las resonancias de las experiencias, los visitantes hablan, le ponen palabras a la muestra. Esas palabras conforman relatos Acerca de la experiencia Libros que muerden.   La colección de libros infantiles y juveniles censurados en la última dictadura que aparecen atravesados en una malla singular de relaciones. Hay cosas semejantes, cosas que se repiten, cosas absolutamente singulares, y hay frescura y hay reencuentro y hay una manera de posicionarse en el presente. Para nosotros, la muestra, está atravesada de símbolos: cada palabra tachada se vuelve hacia una zona inquietante. Desde el primer momento coleccionamos los libros desconociendo aquello con lo que nos íbamos a encontrar. En la muestra se comparten algunos elementos de carácter informativo: quién fue su autor, dónde vivió, cómo se censuró la obra, pero en todos los casos nos ubicamos en el campo de las sugerencias… Y dejamos que las preguntas de los porqués se puedan contestar con respuestas fuera del blanco y del negro. Incluso lejos del aleccionamiento que cierra la discusión. En alguna oportunidad rodeamos el libro prohibido de un manto de palabras, puras palabras saliéndose de la hoja, las palabras que fueron señaladas, las que le objetaron a sus autores: alpargata, huelga, vientre, trabajo, deshollinador, cascote, libertad, entre tantas; En alguna otra ocasión pusimos una trituradora de carne, un objeto de hierro sobre la mesa y entre los libros, cayendo al suelo, papel triturado. En una de las últimas ocasiones 
[10] iniciamos la muestra con la lectura de cuatro decretos firmados por Mendez, Roman, Palacios y Harguindeguy. Un concilio algo demencial. Nosotras 
[11] en tono paródico, repitiendo la ordenanza. Sin ánimo de teatralización, pero con la convicción de que podemos incidir, a posteriori, en la discusión compartida: el lector/a, el que escucha, puede generar sus propias apreciaciones. Esto nos parece un punto de partida. La sugerencia, la indagación constante y atender a una puesta de la muestra. Poner los libros a la mano de los visitantes y no exhibirlos mediante una buena cartelería fue una elección central. Por eso, la exposición tiene un carácter personal en el que participan personas de todas las edades e intercambian y cuestionan, y en donde se toma apuntes, se hacen listas, se generan motivaciones; se aprecian las formas de tomar el libro en las manos; se escucha el silencio de la lectura y se escuchan las preguntas a contrapelo, o la espontaneidad de un chico de siete años que reclama: ¿todavía están prohibidos los libros? O la entrañable imagen: ¿quiénes hacen los libros? El punteo de todas las preguntas que fueron saliendo en el curso de estos años nos interpela y nos mantiene activos, siempre en estado de indagación, y el fervor reclama criticidad y la criticidad reclama una suerte de orden detenido y una manera de cruzar las razones con las intuiciones. Darle lugar al pensamiento intuitivo. Darle lugar a asociaciones que difícilmente aparecerían si nos centramos en una investigación de carácter más clásico o previsible. El carácter colectivo de la muestra está sujeto a oscilaciones; hace que nuestra galería sea infinita y que aquello que los Acerca de la experiencia Libros que muerden.   La colección de libros infantiles y juveniles censurados en la última dictadura lectores agregan o desagregan, alimentan o implosionan, nutra nuestra capacidad de asombro y/o desconcierto. En ese sentido apuntamos: “…Todavía recuerdo uno por uno, estante por estante, los más de quinientos libros que enterré en 115 entre 61 y 62 en 1975. Cuando volví a ese cementerio particular de mis viejos saberes, habían construido un chalet encima”. Mariano A. 23/7/2006. Esto aparece en el libro de notas de la muestra sin haber estado charlando con el visitante. Se trata de datos que suman y develan tradiciones, historias de vida. En la muestra se develan perfiles cuando un docente habla. Cuando calla. Existen maneras de relacionarse con el libro. De mirar el mundo. Se develan signos del pasado en el presente. Se develan ejercicios de la circulación de la voz y de la mirada. La muestra comprende al otro en situación de aprendizaje, porque todo el tiempo vamos aprendiendo. ¿Por qué un hecho tan doloroso como la clausura de un libro, puede movilizarnos de esa manera? ¿Qué ocurre cuando los libros pueden ser el puntapié de un encuentro? Cuando se presiente que detrás de un libro hay muchos otros. Acerca de la experiencia Libros que muerden.   La colección de libros infantiles y juveniles censurados en la última dictadura  
                                      
 Notas [1] Rodari, Gianni (1987) “La imaginación en  la literatura infantil”. Revista Piedra Libre, año 1, nº 2. Córdoba. Disponible en: http://www.imaginaria.com.ar/12/5/rodari2.htm 
[2] Se trata de Uso y abusos del Psicoanálisis de Lawrence J Friedman (1972). 
[3] Un golpe, varios gritos, mucho silencio. Así evocamos los 30 años del golpe. Entre varias propuestas: la muestra de estampillas en la que participaron más de treinta artistas, el relato de diversos protagonistas de la Margarita Belén (Chaco), una instalación audiovisual de Libros que muerden, música y teatro. La búsqueda de libros estuvo a cargo ‐en un principio‐ de Josefina Oliva y Gabriela Pesclevi, ambas integrantes del colectivo cultural La Grieta. Con el correr del tiempo y vista la resonancia del proyecto se sumaron más compañeras que hoy forman parte de Libros animados para chicos y grandes de La Grieta. Equipo de promoción y difusión de la lectura: http://www.lagrieta.org.ar 
[4] El libro Un golpe a los libros de Hernán Invernizzi y Judith Gociol (2003) fue uno de los primeros libros sobre la censura  ‐integrado a la muestra‐ a modo de referencia teórica, fue guía y fuente de muchos de los datos que manejamos en la actualidad. Podríamos sumar unos diez libros dedicados al tema publicados en la Argentina en los últimos años.   
[5] Los primeros títulos que guardamos: El pueblo que no quería ser gris. Beatriz Doumerc y Ayax Barnes (1975). Rompan fila ediciones. Buenos Aires; La ultrabomba. Mario Lodi (1975). Rompan fila ediciones Buenos Aires. La reedición de Un elefante ocupa mucho espacio. Elsa Borneman, luego encontramos la edición censurada de ediciones Fausto; mismo caso con La torre de cubos de Laura Devetach, al tiempo encontramos la Edición de Eudecor, Córdoba, 1966; Mi amigo el pespir de José Murillo. Editorial Guadalupe; Dulce de Leche (libro de texto) de Carlos Duran y Beatríz Tornadu (1974). Editorial Estrada, Buenos Aires. Pelusa rumbo al sol de Enrique Medina (1976), ilustrada por Norma Bonet. Editorial Eskol. 
[6]  Villoro, Juan. “La historia como problema”. Disponible en: www.catedrabolano.cl     
[7]  Aquí se detalla una mínima cita de los que fuimos encontrando a posteriori: Jacinto de Graciela Cabal, colección de Chiribitil del CEAL; El nacimiento, los niños y el amor de Agnes Rosentiehl (1976). Ediciones librerías Fausto, Buenos Aires. Nuestros muchachos de Alvaro Yunque (1975). Plus Ultra. Buenos Aires. Enciclopedias con la obra de Barnes, entre varios. Y Un libro juntos (libro de texto) de Beatriz Ferro recientemente encontrado. De todas maneras hay varios que seguimos buscando y hasta el momento no aparecieron en ninguna biblioteca. Ponemos por caso Cuentos para chicos traviesos de Jacques Prevert. Buscamos la edición ilustrada por Elsa Henríquez (1973) para Ediciones Fausto, Buenos Aires. El libro Cinco dedos. Colectivo libros para niños de Berlín. Editorial de La Flor. Buenos Aires, 1975. De ambos tenemos las copias y en el caso de Prevert disponemos de una edición francesa.    Una aclaración que me parece pertinente es compartir que los espacios que recorrimos en la búsqueda se extiende desde librerías de usados, bibliotecas de toda la Argentina, bibliotecas públicas, particulares entre tantos. 
[8]Laura Devetach fue censurada por “objetivos no adecuados al hecho estético,  ilimitada fantasía, carencia de estímulos espirituales y trascendentes”  Así aparece escrito en la resolución Nº 480 del Ministerio de Cultura y Educación de Córdoba. 7/6/1979. 
[9]  En la revista virtual Imaginaria Nº 281 aparece un informe especial sobre Ayax Barnes preparado por la especialista. Disponible en: http://www.imaginaria.com.ar/tag/n%C2%BA‐281 
[10] Uno de nuestros últimos encuentros fue en el marco de las jornadas Memoria, educación y juventud. A 35 años de la noche de los lápices, realizadas en un Instituto de Formación Docente en Balcarce, Provincia de Buenos Aires.
[11] En la actualidad el equipo lo integran: Manuel y Alejandro Negrin; Graciela Vanzan, Verónica Barbera, María Pagola, Florencia Bossie, Carolina Salvador, Kristel Best Urday, Malala Martin, Martina Dominella, Marcela López, Verónica Kovar, Débora Elescano y Gabriela Pesclevi. Bibliografía Carranza, Marcela (2010): “Ayax Barnes”. Imaginaria Nº 281, disponible en: http://www.imaginaria.com.ar/tag/n%C2%BA‐281 Friedman, Lawrence J. (1972): Uso y abusos del Psicoanálisis. Barcelona, Plaza y Janes. Invernizzi, Hernán y Gociol, Judith (2003): Un golpe a los libros: represión a la cultura durante la última dictadura militar. Buenos Aires, Eudeba. Rodari, Gianni (1987): “La imaginación en    la literatura infantil”. Revista Piedra Libre, año 1, nº 2. Córdoba. Disponible en: http://www.imaginaria.com.ar/12/5/rodari2.htm

 * Gabriela Pesclevi se desempeña en la actualidad como coordinadora de Talleres de literatura para chicos y adultos en la Asociación Civil La Grieta, coordina el proyecto Arte y literatura para chicos y chicas dependiente de la Subsecretaría de Desarrollo de la Provincia de Buenos Aires y participa del proyecto de trabajo de promoción de la lectura del grupo La Grieta (Libros animados para chicos y grandes), lugar desde el cual también realiza seminarios especializados en LIJ. Además,    escribe en diversos medios y es docente de la Facultad de Trabajo social en la Universidad Nacional de La Plata.    

EN: eltoldodeastier.fahce.unlp.edu.ar

8- Literatura infantil y juvenil y dictadura en Argentina


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